El artículo analiza la posición docente para enseñar historia a partir de un relato ficcional, de una “historia inventada”. En primera persona, exploro en las capas teóricas y las decisiones personales y me pregunto sobre: ¿Cuáles son las convicciones en juego? ¿Cuáles son los temores? ¿Qué decisiones son relevantes? Y sobre todo, ¿cuál es el lugar de la escritura en todo este camino? ¿Qué importancia revistieron las fuentes? Pensar la clase de Historia es una tarea que parece en solitario, pero que en mi práctica se teje con muchos otros (autores, colegas, alumnos). El artículo analiza el momento de enseñar historia con elementos ficcionales, textos literarios, no historiográficos (además de los historiográficos). La exposición nos acerca a escritura analítica enmarcada en el narrativismo.